“Debemos saber
que los placeres, las alegrías, las risas y los
juegos por un lado y los sufrimientos, penas, descontentos
y quejas por otro, sólo provienen del cerebro.
Por él pensamos, comprendemos, vemos, oímos,
conocemos lo bello y lo feo, el mal y el bien, lo agradable
y lo desagradable. También por él somos
locos, delirantes, nos asaltan temores y terrores en la
noche o después de llegado el día, ensoñaciones,
errores inoportunos, preocupaciones sin motivo, ignorancia
del presente, actos contrarios a la experiencia”.
Hipócrates
Sigue vigente lo observado por Hipócrates (siglo
IV, a.C.), cuando describió a la melancolía
(“bilis negra”), con sus síntomas principales:
insomnio, anorexia, desaliento y sensación de inutilidad.
Fue el primer médico en correlacionar los factores
biológicos y su impacto en el funcionamiento psíquico.
Los trastornos depresivos representan un grave problema
para la Organización Mundial de la Salud, por la
alta incidencia de pacientes que los presentan, acrecentados
en la actualidad por los traumas sociales que sufre la
humanidad. Diversos estudios muestran una prevalencia
de depresión entre el 5 y el 15% de la
población adulta, en un momento dado y que a lo
largo de su vida, alrededor del 25% de la población
presentará algún trastorno depresivo.
Los pacientes que sufren cuadros depresivos, muchas veces
se presentan con quejas somáticas (“depresión
enmascarada”): aumento o disminución del
apetito, cansancio, fatiga, falta de energía y
de deseo sexual, insomnio o hipersomnia, dolores corporales
variados (cefaleas, dolor de espalda, dolor articular),
pesadez en las extremidades y síntomas gastrointestinales
(diarreas, flatulencia, dolor abdominal, náuseas)
o cardiovasculares (palpitaciones, dolor en el pecho).
Es por ello que consultan de manera exagerada al médico
clínico y se le piden complicados exámenes
diagnósticos de laboratorio, que retrasan el tratamiento
del trastorno depresivo subyacente.
De no tratarse adecuadamente, los trastornos depresivos
pueden conducir a discapacidades graves, muerte por suicidio,
aumento de los costos del cuidado de la salud y a la desesperanza
familiar. Las mujeres presentan el doble de riesgo que
los hombres y constituyen la segunda causa en el ranking
de mortalidad y discapacidad por enfermedades, a continuación
de la enfermedad coronaria. Las proyecciones para el año
2020, señalan que la desplazará y llegará
a ocupar el primer lugar.
El ranking de enfermedades que producen
alta mortalidad y discapacidad son:
1. Enfermedad isquémica coronaria
2. Depresión
3. Enfermedad cardiovascular
4. Uso de alcohol
5. Accidentes de tránsito
La depresión, asociada a otras enfermedades
médicas, tiene un alto impacto en el pronóstico
de las mismas, así por ejemplo en pacientes:
- con diabetes, la depresión se asocia con poco
control de la glucemia y mayor riesgo para complicaciones,
especialmente cardíacas;
- con infarto de miocardio, la tasa de mortalidad de pacientes
depresivos que se recuperan del infarto, es el triple
que en los pacientes no deprimidos.
- con accidentes cerebrovasculares la mortalidad de pacientes
deprimidos, también es mayor.
En general, los pacientes con depresión tienden
a no cumplir los tratamientos médicos, siendo los
resultados más pobres que en los pacientes con
la misma enfermedad pero sin depresión. Por otro
lado, la depresión materna tiene un fuerte impacto
en el desarrollo emocional y cognitivo de sus hijos.
Se estima que el 15% de los pacientes con depresión
grave mueren por suicidio. La tasa de suicidio en EE.UU.
es de 30.000-35.000 muertes por año, similar a
la mortalidad por leucemia.
Las presentaciones de la depresión clínica pueden ser muy variadas, con distintas combinaciones de
síntomas.
Se pueden agrupar los síntomas en cuatro categorías:
1. Estados de ánimo y afectividad: tristeza, incapacidad de sentir afecto, pérdida
de placer e interés en casi todas las cosas, sensación
de vacío, apatía, ansiedad, tensión,
irritabilidad, enojo.
2. Pensamiento y proceso cognitivo: disminución
de la concentración, indecisión, pérdida
de la autoestima, autorreproches, culpa, impotencia, pesimismo,
deseos de morir, pensamientos suicidas.
3. Actividad psicomotriz: retardo (lentitud
en los movimientos corporales, reducción de la
expresión facial, falta de comunicación,
aislamiento) o agitación (inquietud, impaciencia,
hiperactividad incontrolable y sin sentido).
4. Manifestaciones somáticas: cambios en las funciones básicas (insomnio, hipersomnia,
aumento o disminución del apetito, disminución
del deseo sexual); cambios en la vitalidad (cansancio,
astenia, falta de fuerzas); sensaciones corporales (dolores,
opresión, frío, pesadez en las extremidades)
y síntomas viscerales (gastrointestinales, cardiovasculares).
Para realizar un diagnóstico de trastorno depresivo,
el paciente debe reunir varios de estos síntomas.
Lamentablemente no se cuenta con ningún método
complementario, ni estudio de laboratorio que permita
realizar el diagnóstico de depresión.
Por otra parte, resulta importante diferenciar la depresión
clínica de las respuestas normales de adaptación
a las situaciones de crisis, frustración, pérdida
o duelo.
Es necesario descartar que el cuadro depresivo no sea
debido a medicamentos con acción depresógena
(algunos antihipertensivos, sedantes, alcohol, antiparkinsonianos,
anticonceptivos, corticoides y hormonas), o a enfermedades
médicas (hipotiroidismo, tuberculosis, mononucleosis,
cáncer de páncreas, anemia, hepatitis).
Muchas hipótesis tratan de explicar la etiología
de los trastornos depresivos. En general se aceptan que
existen varios factores que se interrelacionan para producir
el cuadro depresivo.
Existiría una vulnerabilidad biológica trasmitida genéticamente, que sería el terreno
premórbido, que en condiciones negativas, que causan
estrés, da lugar a un disbalance en el sistema
límbico, desencadenando un episodio depresivo.
Y es precisamente en esta vía final donde los antidepresivos
efectuarían su acción correctora.
La neurobiología molecular incluye determinadas
situaciones vitales, a las que llama factores
estresores, como determinantes de efectos biológicos,
tan importantes como los que puede producir un gen anormal.
En presencia de este último pueden ocurrir dos
alternativas:
1. Que determinadas personalidades funcionen como filtro
de estos factores estresantes, pudiendo mitigar y desafiar
al código genético.
2. Otras que operando como una lupa, aceleren o acrecienten
los daños potenciales de los eventos vitales, los
que actuarán sobre el gen, aumentando su capacidad
para contraer la enfermedad.
Por lo tanto, también para la neurobiología
existe una determinada ecuación etiológica.
La modulación del sistema neuroquímico es
efecto de la complementariedad entre factores
innatos (herencia) y vivencias infantiles (series complementarias
epigenéticas).
Se cumple aquí, tal como Freud lo desarrolló
en su concepto de series complementarias, y los modelos
de la moderna neurobiología lo confirman, un ordenamiento
en una serie, dentro de la cual estos dos factores se
presentan de tal modo, que uno aumenta cuando el otro
disminuye.
El neuroaprendizaje celular permite que, suspendido el
psicofármaco que haya resultado beneficioso, se
conserven los cambios positivos de manera definitiva.
El tiempo de latencia para que un psicofármaco
actúe significa un aprendizaje biológico
con un tiempo de espera. Ese tiempo se insume para que
la información recibida por el receptor, migre
a los protooncogenes y de allí a los procesos intranucleares.
En cambio, si no se logran que estos pasos sean exitosos,
y existe una “resistencia biológica”,
no se producirá el efecto del neuroaprendizaje
y neuroplasticidad y consecuentemente la acción
no se mantendrá en el tiempo.
El núcleo tóxico en la melancolía, se encuentra vinculado a un drenaje energético,
cuya percepción endopsíquica corresponde
al dolor. El trastorno neuroquímico involucra a
los sistemas de transmisión noradrenérgico,
serotoninérgico y al eje límbico-hipotalámico-hipofiso-suprarrenal.
Para la psiconeurobiología, existen diferentes
teorías que dan cuenta del trastorno neuroquímico
en la depresión.
A fines de la década del ´70 se había
perfilado, pese a múltiples críticas de
tipo metodológico, la división entre depresiones
noradrenérgicas y/o serotoninérgicas, según
el presupuesto respectivo de cual neurotransmisor estaba
en hipofunción (cuadro 1).
Cuadro
1: Acciones Farmacológicas y Clínicas
de los Antidepresivos en Pacientes Depresivos |
ANIMO
-Mejora el ánimo
-Desinhibición
-Activación
-Sedación
|
COGNICIÓN
-Mejoramiento
-Peligro de switch maníaco:sólo en
30% bipolares y en10% unipolares |
SUEÑO
� despertares nocturnos
� REM
› Fase IV
› período
latencia REM |
ESTIMULACION (arosual)
Dosis bajas:
‹ sincronizan
EEG
� ritmo alfa
Dosis altas:
�umbralepiléptico
|
Pasaron más de 20 años para poder afirmar
que los antidepresivos actúan no sólo en
el orden cuantitativo (mayor o menor cantidad de neurotransmisores),
sino que pueden lograr una regulación cualitativa
en el largo plazo. Ello fue posible, al comprobarse mecanismos
de modulación: por los transmisores involucrados
en la depresión, por cambios en el eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal
y por la transcripción genética, que el
tratamiento antidepresivo puede lograr a nivel de la sinapsis
neuronales.
En un primer momento se supuso que en la depresión
existía déficit funcional de noradrenalina y en la manía, un exceso. Luego se desarrolló
la teoría de la desregulación noradrenérgica,
que intentó salir del enfoque cuantitativo (demasiada
o escasa noradrenalina), para entrar en una perspectiva
sistémica. La dinámica noradrenérgica
podría perturbarse, no en más ni en menos,
sino en su regulación.
La desregulación implicaría alta variabilidad,
inestabilidad, respuestas inapropiadas a los estímulos
y desincronización con relación a los biorritmos.
Su modelo sería similar al de la diabetes de tipo
II, en la que la insulinemia no está necesariamente
disminuida, sino que puede encontrarse también
normal o aumentada, por lo que la cantidad de insulina
de forma aislada no puede dar cuenta de la fisiopatogenia.
Cierto tipo de receptores presinápticos inhibe
normalmente la liberación de noradrenalina (NA),
lo cual es una respuesta regulatoria ante la concentración
creciente de NA en la sinapsis, producto del proceso de
liberación. La disminución de su sensibilidad
(depresión) podría conducir a una menor
amortiguación de la liberación, y una capacidad
disminuida para retornar a los niveles basales una vez
desaparecido el estímulo.
El metoxifenilglicol (MOPEG, que representa el 70% del
metabolismo central de la noradrenalina), en lugar de
estar aumentado o disminuido, tendría una excreción
errática, con mayores fluctuaciones y variaciones
diarias. De allí que una sola determinación,
en un paciente depresivo, no es definitoria para el diagnóstico.
La respuesta del sistema noradrenérgico a los estímulos
ambientales se puede hacer menos selectiva: la NA plasmática
aumenta menos, ante estímulos dolorosos, en los
deprimidos que en los controles. Por el contrario, el
ejercicio físico, irrelevante en sujetos normales,
aumenta el monto de excreción urinaria del MOPEG,
en pacientes con depresión mayor. Capacidad en
la que se sabe interviene el locus coeruleus, principal
concentración de neuronas noradrenérgicas.
Los estímulos depresógenos generarían
un aumento de la frecuencia de disparo de las células
noradrenérgicas del locus coeruleus, con
una disminución secundaria de la cantidad de NA
por impulso, lo que a su vez tiende a incrementar los
disparos a la manera de un feedback positivo.
Se especula desde hace tiempo con que parte de la patogenia
de la depresión puede tener que ver con alteraciones
en la neurotransmisión de la serotonina o 5-hidroxitriptamina
(5-HT). De hecho, esta sustancia interviene en
la regulación de una serie de funciones que
se encuentran alteradas en la depresión: apetito,
sueño, actividad sexual, ánimo, etc.
El eje límbico-hipotalámico-hipofiso-suprarrenal es foco de mucha especulación, sobre todo porque
la hipercortisolemia es uno de los hallazgos biológicos
más constantes en el episodio depresivo mayor.
A partir de 1980, comenzaron a aparecer modelos teóricos
integrados, que vinculaban los mecanismos de regulación
biológica del estrés a la perturbación
depresiva.
Muchos de los síntomas biológicos de la
depresión se asemejan a una respuesta crónica
de estrés que no encuentra contrarregulación.
Las pérdidas o situaciones reiteradas de estrés
agudo, en la época del desarrollo, incidirían
en la disfuncionalidad del eje. Las evidencias disponibles
apuntan a que la mayoría de los tratamientos estudiados
comparte la propiedad de facilitar la transmisión
serotoninérgica.
A los factores hereditarios debemos agregar la importancia
de las vivencias infantiles como determinantes de la disfunción
noradrenérgica y serotoninérgica. Se pueden
entonces diferenciar cuatro tipos de respuestas
psicofarmacológicas (cuadro 2):
Cuadro
2: Eficacia psicofarmacológica |
Tipo de Respuesta (Regulación
Genética) |
Tipo I: |
No Responde - “No
Aprende”(sin efecto psiofarmacológico) |
Tipo II: |
Responde(aumento de dosis o
potenciación) |
Tipo III: |
Responde -”No Aprende”
(mientras reciba el antiderpesivo)
|
Tipo IV: |
Responde - Aprende(continua
la respuesta aún sin recibir el antidepresivo) |
1. Tipo I, No Responde: “No Aprende”: es el grupo que tiene resistencia psicofarmacológica
absoluta.
2. Tipo II, Responde: es el grupo que
presenta resistencia parcial. Ella se puede vencer aumentando
la dosis de los antidepresivos o con estrategias de
potenciación. Es decir, pueden sobrepasar la
resistencia biológica inicial. Este sería
el clásico ejemplo clínico, en que el
paciente sobrelleva un tiempo prolongado sin responder
a un psicofármaco y comienza a tener una respuesta
“cuasi milagrosa” cuando se corrige la dosis
o se asocian diferentes fármacos.
3. Tipo III, Responde: “No Aprende”: es el grupo de pacientes donde el efecto terapéutico
se mantiene mientras que el sujeto reciba la medicación,
ya que si se la suspende, el enfermo recae. La neurona
responde al estímulo enviado por él, ligando
exógeno (psicofármaco), pero “no
aprende” la nueva información porque la
transcripción genética es “reprimida”
en alguna fase del proceso.
4. Tipo IV, Responde: “Aprende”: es el grupo de pacientes con el tipo de respuesta psicofarmacológica
más exitosa. No solo responde, sino que una vez
que pasa un tiempo suficiente asintomático y
luego de suspender la medicación, no recaen en
la depresión. En este tipo de pacientes el retiro
de la medicación no provocará una recaída.
LA HIPOTESIS PSICOANALITICA
Los factores estresores (que se vinculan a los caracteres
del vínculo primario), ocupan un lugar de privilegio
respecto de la influencia que ejercen sobre el factor
constitucional.
En las rupturas libidinales las neuronas asociadas
tienen que librar su excitación, lo
cual produce dolor. La soltura de asociaciones es siempre
“doliente”, esta pérdida libidicnal
deja de neutralizar la pulsión de muerte originaria.
Esta última queda libre para actuar, rompiendo
las ligaduras asociativas que se hubieran producido
hasta ese momento.
Freud considera al duelo como el afecto que corresponde
a la melancolía. Se trata de la “añoranza
de algo perdido”, de una pérdida producida
dentro de la vida pulsional. “La melancolía
consistiría en el duelo por la pérdida
de la libido”.
En el esquema sexual de este manuscrito, Freud intenta
explicar las condiciones bajo las cuales, el grupo sexual
psíquico es despojado de su magnitud de excitación.
Es decir, qué es lo que determina la pérdida
libidinal.
Freud se refiere al dolor, como fracaso de los dispositivos
protectores frente a las cantidades exógenas.
... “El dolor consiste en la irrupción
de grandes Q (cantidades) hacia psi (y). Las neuronas
psi (y) se transforman, en este caso, en pasaderas…
el dolor deja como secuela en psi (y) unas facilitaciones
duraderas, como traspasadas por el rayo; unas facilitaciones
que posiblemente cancelan por completo la resistencia
de las barreras de contacto y establecen ahí
un camino de conducción como el existente en
fi (f) (pasadero)... (Proyecto).
... “El complejo melancólico se comporta
como una herida abierta, que atrae hacia sí,
de todas partes, energía de investidura y vacía
al yo hasta el empobrecimiento total”...
… “Y entonces, desde este lugar de la periferia
afluyen al aparato anímico central excitaciones
continuas, como las que por lo regular sólo podrían
venirle del interior del aparato. De todas partes es
movilizada la energía de investidura a fin de
crear, en el entorno del punto de intrusión,
una investidura energética de nivel correspondiente.
Se produce una enorme contrainvestidura, en favor de
la cual se empobrecen todos los otros sistemas psíquicos,
de suerte que el resultado es una extensa parálisis
o rebajamiento de cualquier otra operación psíquica”
... (Manuscrito G).
El trauma produce una perturbación importante
de la economía del organismo y, en consecuencia,
se ponen en acción los medios de defensa. El
dolor es efecto de la perforación de la protección
antiestímulo en un área circunscripta.
Esta pérdida libidinal, esta hemorragia interna,
se constituye en dolor perpetuo, en drenaje sin límite,
imposible de procesar. La representación psíquica
conservada en sus aspectos estructurales, es sobreinvestida
en el proceso de duelo normal, poniendo en juego una
tramitación lenta y paulatina de la pérdida.
Freud lo subraya, cuando sostiene que el duelo es efecto
del examen de realidad, que obliga a separarse del objeto
porque él ya no existe más. Si el orden
de lo vivo adviene en función del aporte de diferencias,
la melancolía nos plantea una no-constitución
o una desorganización progresiva de la pulsión
de vida, que determina el predominio conservador (regreso
a lo inerte) de la pulsión de muerte.
La placenta materna es un primer doble, fundamentalmente
económico. Con ella se materializa una fusión
de tipo físico-químico. En la melancolía
la ausencia de diferencias favorece el desarrollo de
un sistema tóxico-químico que dificulta
la complejización psíquica.
Dicho sistema, corresponde a una desregulación
de toda la cadena de mensajeros de la transmisión
neuronal. Ésta tiene por objeto procesar, codificar
y albergar la información química (sustrato
de los procesos psíquicos), para conservarla
en los ADN-ARN presentes en los núcleos de las
células nerviosas.
El restablecimiento de los circuitos recién mencionados
a través de la utilización de psicofármacos,
favorece la regulación en la neurotransmisión,
creando un campo propicio para la tramitación
verbal. De esta manera, el antidepresivo hace tope (como
debió haberlo hecho la contrainvestidura materna)
a un drenaje que está más allá
de las palabras. Su efecto es un acumulo energético,
que frena la endopercepción del vaciamiento y
favorece la búsqueda de la propia subjetividad.
Ha sido demostrada la proporción de pacientes
sin recurrencia cuando el abordaje terapéutico
elegido fue interdisciplinario.
TRATAMIENTO
Una vez que se ha realizado el diagnóstico del
trastorno depresivo, los objetivos del tratamiento serán:
a. Reducir y finalmente hacer desaparecer todos los
signos y síntomas del trastorno depresivo.
b. Restablecer las funciones ocupacionales y psicosociales.
c. Minimizar el riesgo de recaídas.
Para lograr estos objetivos, contamos con distintas
opciones de tratamiento: la psicoterapia y la psicofarmacología.
Un abordaje combinado de ambos tratamientos es el que
ofrece las mejores chances de recuperarse adecuadamente
del episodio depresivo.
Respecto al tratamiento con antidepresivos, existe en
la actualidad una amplia gama de recursos (cuadro 1).
A partir de la década del ‘50, se desarrollaron
dos clases de antidepresivos, los llamados Inhibidores
de la Monoaminoxidasa (IMAO) y los Tricíclicos,
que fueron muy eficaces pero presentan gran cantidad
de efectos adversos, por lo que no son de primera elección.
A principios de los ‘80 aparecieron los antidepresivos,
que se siguieron clasificando más que por sus
efectos clínicos por sus mecanismos de acción
(cuadro 3):
Cuadro
3 : Antidepresivos que actúan sobre la depresión-ansiedad.
(clasificación por su mecanismo de acción) |
Selectivos |
No-selectivos:
Duales |
1) Inhibidores selectivos de la Recaptación
de Serotonina (IRSS)
Paroxetina
Sertralina
Fluoxetina
Fluvoxamina
Citalopram
Escitalopram |
1) Imao
2) Tricíclicos: Clomipramina
3) SNRI: Serotonin
Noradrenalergic Reuptake
Inhibitor: Venlafaxina, Milnacipran, Duloxetina
4) NaSSA: Nor adrenergic Serotonergic Specific
Antidepres: Mirtazapina
5)SARI: Serotonin
Antagonist Reuptake
Inhibitor: Nefazadone |
A. Inhibidores Selectivos de Recaptación
de Serotonina (IRSS):
1. Fluoxetina,
2. Sertralina,
3. Paroxetina,
4. Fluvoxamina,
5. Citalopram,
6. Escitalopram.
B. Inhibidores Selectivos de Recaptación de Serotonina
y Noradrenalina (IRNS) ó Duales:
1. Venlafaxina,
2. Milnacipran,
3. Mirtazapina,
4. Duloxetina
C. Otros mecanismos: Tianeptina, Reboxetina, Nefazodone,
Bupropion.
Han sido ampliamente utilizados en todo el mundo, por
ser seguros, bien tolerados, y actuar no sólo
en la depresión sino también en el pánico,
fobias, trastornos obsesivos-compulsivos y ansiedad.
Los IRSS presentan algunos efectos
adversos, que en el largo plazo pueden dificultar el
cumplimiento del tratamiento como son las disfunciones
sexuales, los trastornos gastrointestinales y las alteraciones
del apetito.
Otros antidepresivos como el Bupropion o
la Reboxetina, actúan
sobre otros neurotransmisores (dopamina, noradrenalina)
y son útiles en otro perfil de pacientes, sobre
todo en aquellos que presentan astenia, abulia, inhibición
psicomotriz, falta de energía, de motivación,
de concentración, que podrían deberse
a una falla de la regulación de los neurotransmisores
de noradrenalina y dopamina.
El Nefazodone se lo ha utilizado
como complementario de las disfunciones sexuales que
producen otros antidepresivos.
La última generación la constituyen los
antidepresivos, llamados Duales (Venlafaxina,
Milnacipran, Mirtazapina, Duloxetina),
porque al actuar sobre varios neurotransmisores cerebrales
(serotonina, noradrenalina) de forma simultánea,
podrían tener mayor eficacia en un subgrupo de
pacientes graves. Son mejor tolerados, y presentan escasos
efectos adversos.
La Mirtazapina se indica por
la noche por su efecto sedativo, mejorando el sueño,
el apetito y la ansiedad. El Milnacipran presenta escasos efectos sobre la sexualidad y el apetito,
en tanto que la Venlafaxina ha demostrado ser eficaz para síndromes mixtos
de depresión con ansiedad (pánico, fobia
social, ansiedad generalizada) (cuadro 4).
Cuadro
4 : Cormobilidad entre Depresión y Trastornos
de Ansiedad. |
Pacientes, a lo largo de la
vida, con Depresión Mayor reportaron:
�
Ansiedad:
Fobia social:
TAG:
Agorafobia:
Pánico: |
58.0%
27.1%
17.2%
16.3%
9.9% |
|
Pacientes, a lo largo de la
vida, con
�
TAG:
Pánico:
Agorafobia:
Ansiedad:
Fobia social:
|
47.8%
40.8%
33.3%
29.5%
29.4% |
�
Reportaron Depresión Mayor |
Cuando los pacientes no responden a estos antidepresivos,
se puede potenciar el efecto de los mismos con el Carbonato
de Litio, para optimizar la respuesta
al tratamiento. El litio es de gran utilidad para impedir
el reciclaje de los trastornos maníaco-depresivos.
En casos graves se pueden combinar distintos antidepresivos,
y de esta manera potenciar sus respectivas acciones
y neutralizar algunos efectos adversos.
En un estudio realizado recientemente, en el cual se
controlaron 430 pacientes depresivos, durante un lapso
de 15 años, se demostró que luego de la
remisión inicial, presentaron recurrencia el
85% de los mismos. La depresión del 90% de los
recurrentes fue de tipo unipolar y sólo el 10%
fue bipolar. El 77% de los que presentaron recurrencias
no estaban medicados con antidepresivos en el mes anterior
al episodio y el 23% de los restantes los estaba en
bajas dosis.
El estudio demostró que los predictores
significativos de recurrencia son:
1. Mujeres solteras;
2. Episodios depresivos previos de duración prolongada;
3. Suspensión del tratamiento antidepresivo.
¿DURANTE CUANTO TIEMPO DEBE MANTENERSE EL TRATAMIENTO?
Se ha propuesto que los candidatos a “tratamiento
de por vida” sean aquellos que presenten (cuadro
5):
Cuadro
5 : Duración recomendada de un tratamiento
psicofarmácológico antidepresivo. |
Número de episodio depresivo |
Duración de tratamiento |
Primero
Agudo
Continuar
Discontinuar |
6-8 semanas (hasta asintomático)
4-6 meses (hasta normalidad)
4-6 meses (si nno hay recaidas) |
Segundo |
4-5 años |
Tercero |
Indefinida ¿de por vida? |
1. Tres o más episodios;
2. Mayores de 40 años desde el 2° episodio;
3. Mayores de 50 años desde el 1er episodio;
4. Altos índices de recurrencia;
5. Episodios incapacitantes;
6. Acentuados riesgos suicidas.
Las dosis a largo plazo, que protegen tanto de las recaídas
como de las recurrencias son las mismas que resultan
efectivas en el tratamiento agudo, debiendo establecerse
los controles clínicos correspondientes, de acuerdo
al espectro de efectos colaterales que presenten cada
grupo de psicofármacos antidepresivos en especial.
BIBLIOGRAFIA
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O.C. Amorrortu, Tomo I, Buenos Aires, 1986.
Freud, S. “Duelo y melancolía.”
O.C. Amorrortu, Tomo XIV, Buenos Aires, 1988.
Freud, S. “Inhibición,
síntoma y angustia.” O.C. Amorrortu, Tomo
XX,
Buenos Aires, 1990.
Freud, S. “Manuscrito G. Melancolía.”
O.C. Amorrortu, Tomo I, Buenos Aires, 1986.
Moizeszowicz, J. “Psicofarmacología
Psicodinámica IV. Estrategias terapéuticas
y psiconeurobiológicas”. Editorial Paidós,
Buenos Aires, 1998.
Moizeszowicz, J. y Moizeszowicz, M. “Psicofarmacología y Territorio Freudiano.
Teoría y clínica de un abordaje interdisciplinario”.
Editorial Paidós, Buenos Aires, 2000.
Moizeszowicz, J. y Monczor, M. “Psicofármacos
en Geriatría. Indicaciones, beneficios y riesgos
en los trastornos psicopatológicos”. Editorial
Mc Graw Hill Interamericana, Buenos Aires, 2001.
Mueller, G. y col. ”Recurrence
after recovery from MDD during 15 years
of observational folow-up”. American Journal of
Psychiatry 156: 1000-1008, 1999.
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